"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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12-08-2016 |
“Macri mostró desprecio y desinterés”
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, y Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Victoria Ginzberg
Los organismos de derechos humanos rechazaron las definiciones del Presidente sobre el terrorismo de Estado
El Presidente se refirió al terrorismo de Estado como “guerra sucia” y llamó “desquiciada” a Hebe de Bonafini. Los organismos de derechos humanos advirtieron sobre el retroceso en políticas de memoria, verdad y justicia y contestaron las afirmaciones de Macri.
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, y Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.“No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil, si son los que están anotados en un muro o son muchos más”. “La horrible tragedia que fue esa guerra sucia”. “No es que no los apoye (los juicios contra los represores) es que no puedo interferir”. “Hebe de Bonafini está desquiciada”. Estas fueron las definiciones sobre las políticas vinculadas al proceso de memoria, verdad y justicia de los crímenes de la última dictadura que dejó una entrevista que dio el presidente Mauricio Macri al portal BuzzFeed. Las frases provocaron la respuesta de los organismos de derechos sociales y de dirigentes políticos, que destacaron que Macri mostró “un despreció por el tema”, alertaron sobre un retroceso en las investigaciones sobre los crímenes de lesa humanidad y advirtieron acerca de un objetivo no declarado del Gobierno para cambiar el paradigma sobre lo ocurrido en la década del 70 y acercarse a la teoría de los dos demonios.
El Presidente comenzó la entrevista contando que prefería a Lionel Messi por sobre Diego Maradona, el malbec sobre el fernet y el taxi sobre Uber (aunque esto último lo tuvo que pensar). Después de ese primer momento, la periodista Karla Zabludovsky le preguntó sobre el aborto (lo condenó), la relación con Estados Unidos, el tarifazo (ver página 2) y también acerca de las políticas vinculadas a los crímenes del terrorismo de Estado. “Tengo un secretario de recurs...de derechos humanos”, dijo el Presidente, en un fallido con el que equiparó a Claudio Avruj con alguien que administra el personal de una empresa.
Macri aseguró que está “de acuerdo” con “todo lo que sea esclarecer la verdad del pasado” y que “hay muchas víctimas y tienen derecho a saber qué pasó con sus familiares”. Leídas con atención, sus palabras son suficientemente ambiguas para referirse tanto a los desaparecidos como a quienes hablan de investigar a los miembros de las organizaciones armadas. Siempre repite la palabra “verdad, nunca dice “justicia”, que es el objetivo central de los actuales juicio”. Sobre ellos, afirma que no interfiere y da a entender que impulsarlos, como hizo el gobierno anterior, implica “presionar” a los jueces.
Al ser consultado sobre si fueron 30 mil los desaparecidos, respondió: “Es un debate en el que no voy a entrar. No tengo idea si fueron 9 o 30 mil. Si son los que están anotados en un muro o son muchos más. Es una discusión que no tiene sentido”. Y se refirió a la última dictadura como “guerra sucia”.
“Parece que no le preocupa, no quiere entrar en el tema, pero le quiero decir que no es ´un muro´, es un espacio de Memoria”, respondió a Página12 la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, en referencia al Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado del Parque de la Memoria, donde figuran los nombres de los desaparecidos y al que –todo hace suponer– se refirió Macri, ya que lo conoció durante la visita del presidente norteamericano, Barack Obama.
Los organismos de derechos humanos criticaron la idea macrista de “no interferencia en los juicios” a los represores. El mismo concepto había usado el Presidente apenas asumió, cuando desde un editorial el diario La Nación pidió el fin de las condenas para los responsables de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura. “Es un tema de la justicia”, dijo en ese entonces y ahora. Pero el Poder Ejecutivo puede tener (o no) un rol en impulsar los procesos, en acompañar a las víctimas –como hace el centro de asistencia Ulloa, cuyas funciones fueron recortadas– o en contribuir con investigaciones, como en su momento se hicieron en Cancillería, el ministerio de Defensa o en la Comisión Nacional de Valores. De hecho, el martes se supo que la secretaría de Derechos Humanos se retiraba como querellante en el caso Saiegh, en el que está involucrado el ex vicepresidente del Banco Central durante la dictadura Alejandro Reynal.
“Vemos un retroceso en estos temas. En el rol del Estado, en el acompañamiento de los querellantes”, señaló Carlotto. La presidenta de Abuelas se refirió a la diferenciación de Macri acerca de los derechos humanos del pasado y los del siglo XXI y la preferencia del Presidente por estos últimos, como si las preocupaciones fueran excluyentes: “Nosotros no somos indiferentes a esos derechos, apoyamos a las mujeres para que sean respetadas, pedimos por Milagro Sala, que es una presa política. Nos preocupa y duele la gente que no tiene para comer. Nuestra tarea no es pasado, es presente. Los que están enjuiciados saben dónde están nuestros nietos y no lo dicen. Macri es coherente, es un empresario y ve la frialdad de los números. La población sufre las consecuencias de la inflación, el tarifazo. Dicen que están aprendiendo, pero mirá si un piloto arriba de un avión dice ‘estoy aprendiendo', si toman una responsabilidad, tienen que hacerse cargo”.
“No hubo una guerra ni sucia ni limpia, hubo terrorismo de estado. Repudiamos la palabra del presidente porque demuestran que no le importa el genocidio que hubo en el país. Si le importan los derechos humanos del futuro que se ocupe de la gente que no tiene trabajo, porque sin trabajo no hay educación, ni salud. Nosotras estamos junto a todos a los que les importan estas cosas”, dijo Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Al rechazo de los organismos de derechos humanos se sumaron el bloque de diputados del Frente para la Victoria que preside Héctor Recalde, el del presidente de la comisión de Derechos Humanos de la Legislatura porteña, José Cruz Campagnoli y el del dirigente del MST Alejandro Bodart.
“No son declaraciones, sino políticas que se están tomando”, afirmó Mabel Careaga, de la Familiares y Compañeros de los 12 Desaparecidos de la Santa Cruz. “Quieren modificar el paradigma respecto a lo que pasó en década del 70 –aseguró– y volver a teoría de los dos demonios. No cuestionan el número, cuestionan la magnitud del terrorismo de estado. Nosotros no cuestionamos el número de tragedia sino que analizamos sus causas. Lo dijo la justicia en sus fallos, que hablan de terrorismo de estado en el marco de genocidio”, agregó la dirigente.
“¿De qué guerra se puede hablar cuando la mayoría de las víctimas fueron secuestradas totalmente desarmadas en sus lugares de trabajo, en la vía pública o en sus casas a plena noche? ¿De qué guerra cuando pensamos en las sesiones de tortura a alguien, desnudo y atado a una parrilla? ¿De qué guerra cuando pensamos en violaciones y esclavitud sexual, o en los chicos que nacieron en los campos de exterminio? El concepto de guerra que utiliza Macri es el mismo que se desprende de la doctrina de la seguridad nacional y los reglamentos militares secretos, en los que la guerra es la imposición del terror sobre la sociedad civil para que no pueda organizarse. Macri es la parábola perfecta. Un día dice que los jueces y leyes laborales tienen que proteger más al patrón, otro día acepta que torturadores y violadores desfilen; echa trabajadores e impone tarifazos mientras reduce y quita retenciones y da vía libre para girar divisas al exterior, disminuyendo la participación de los asalariados en el PBI para incrementar la de los grupos concentrados. Y otro día habla de guerra sucia, dejando en claro a qué sector pertenece donde la ignorancia por opción es moneda corriente”, señaló Rodolfo Yanzón, abogado querellante en juicios sobre el terrorismo de Estado. Yanzón también reclamó que el Presidente no agravie a las Madres de Plaza de Mayo y a Hebe de Bonafini en particular: “Mientras Hebe y las otras Madres lucharon con valentía, Macri y los suyos comían de la mano asesina. Que tenga un poco más de respeto, o al menos que calle”.
Desde HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) también repudiaron el maltrato a la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, a quien Macri llamó “desquiciada”, en una equiparación con el calificativo de “locas” que la dictadura eligió para las mujeres que marchaban alrededor de la Pirámide de Mayo para exigir respuestas sobre el destino de sus hijos.
HIJOS afirmó que Macri demostró un desprecio por el tema de los desaparecidos y que su desinterés se refleja en la falta de definición por parte del gobierno sobre las políticas de memoria, verdad y justicia y el debilitamiento de áreas para sostenerlas: “Hay algo en lo discursivo que es lo no nombrado, lo no dicho: Macri no nombra a las víctimas, no entra al tema ni siquiera en el terreno del lenguaje. Macri sostuvo que hubo “una guerra sucia”, así como el 24 de marzo pasado, a 40 años de la última dictadura cívico-militar, dijo que fue “violencia política” la que hubo en la década del 70 en la Argentina. De este modo, pretende minimizar un consenso social profundo que ya le puso nombre a ese horror: dictadura cívico-militar. Macri desconoce incluso fallos judiciales de nuestro país”. El organismo de derechos humanos también retrucó la idea que la investigación y sanción de los represores sean cosas del pasado. “Que lo demuestre encontrando a todos los nietos y nietas de las Abuelas, identificando a todos los genocidas, terminando con la impunidad para todos ellos, incluidos los civiles, y que nos diga ahora mismo a todas las familias dónde están los cuerpos de los desaparecidos”.
Fuente: Página12
La expresidenta se reunió con las integrantes del organismo de derechos humanos, a horas de la marcha 2 mil en la Plaza de MayoCFK:
"Las Madres salieron cuando nadie se animaba"
La expresidenta llegó al mediodía a la sede de la asociación que preside Hebe de Bonafini y mantuvo un encuentro de alrededor de dos horas con varias integrantes de ese organismo de derechos humanos, que esta tarde harán su ronda número 2 mil en la Pirámide de la Plaza de Mayo.
Durante el almuerzo, Bonafini brindó "por los 2 mil jueves, por nuestra querida Cristina (Kirchner), para que haga lo que quiera y está bien lo que haga, y para que (el presidente Mauricio) Macri nos tenga miedo".
En tanto, más de un centenar de personas, entre militantes de las agrupaciones políticas, sociales y gremiales se convocaron frente a la Casa Rosada para aguardar la llegaba de las Madres de Plaza de Mayo, que está prevista para las 15, tal como lo hacen cada jueves desde 1977 para exigir por sus hijos desaparecidos.
La Pirámide de Mayo está adornada con pañuelos blancos y carteles a favor de la asociación de derechos humanos. Las Madres-Línea Fundadora también marcharán como todos los jueves. La convocatoria con epicentro en Plaza de Mayo es para las 15, aunque desde dos horas antes habrá actividades.
Una multitud acompañó a las Madres en la Plaza de Mayo para la ronda 2 mil
Dos mil veces Memoria, Verdad y Justicia
Las Madres de Plaza de Mayo realizaron la ronda 2 mil a la Pirámide, tal como lo hacen cada jueves desde 1977 para pedir por memoria, verdad y justicia para las víctimas de la dictadura cívico-militar.
"Venir acá cada jueves es un acto de amor", dijo la titular de Madres, Hebe de Bonafini, en un breve discurso ante las miles de personas presentes en la Plaza.
Página 12
Nuevos documentos desclasificados sobre la barbarie en Argentina
Jorge Majfud
Los primeros documentos desclasificados anunciados en marzo de este año por el presidente Obama en su última visita a Argentina, comienzan a ver la luz. Por supuesto que las primeras mil páginas se refieren al período que va de 1977 a 1980, es decir, aquellos documentos producidos mayormente durante la presidentica de Jimmy Carter, el presidente estadunidense más humanitario, menos agresivo y menos hipócrita del período de las dictaduras latinoamericanas. En Argentina se llamó “Guerra Sucia”, como si los 25.000 torturados y desaparecidos hubiesen integrado una facción armada. El nombre correcto es “Terrorismo de Estado”, que es la peor forma de terrorismo, si consideramos que su objetivo es la manipulación moral e ideológica de todo un país, y que en dicho caso las víctimas directas no tienen opción alguna de acudir ni a la policía ni a ningún tribunal del Estado, no tienen opción alguna ni de protección ni de reparo por las acciones criminales perpetradas con todo los recursos bélicos, económicos e institucionales financiados compulsivamente por una sociedad, ni tienen opción siquiera de reparo moral a través de la verdad, ya que no de la justicia.
La idea de “Guerra sucia” o teoría de “Los dos demonios” se basó en el argumento de que los golpes militares (salvadores de la patria, la libertad y la democracia y los derechos humanos), fueron provocados por los actos terroristas de grupos armados como los Montoneros, por lo cual, bajo dicho argumento, no se entiende cómo en Estados Unidos no se apoyó un golpe de Estado luego del bombardeo de Oklahoma en 1995 por parte de un grupo de fanáticos de extrema derecha en el cual perecieron 168 personas. Por mencionar un solo caso.
La eterna excusa que aún se repite hoy ignora absolutamente todos los golpes de Estados que se llevaron a cabo en América latina desde generaciones anteriores. En los golpes de última generación, como el de Guatemala en 1954, se comenzó a usar la nueva excusa, por entonces, de “la amenaza comunista”, cuando ha quedado harto probado por documentos desclasificados durante los años 90, que la motivación fueron los meros intereses económicos de la United Fruit Company y el miedo al mal precedente de que un presidente democrático intentara devolver su país a sus ciudadanos. Y un largo etcétera.
El más infantil de los argumentos en favor de los golpes militares todavía reza, con voz reumática y mirada senil, “yo sé lo que digo porque lo viví”, como si haber vivido en una sociedad fuese suficiente para saber lo que estaba ocurriendo en ella; como si dos personas que vivieron los mismos hechos no fueran capaces de entender esos hechos de forma radicalmente diferente.
En las primeras mil páginas de los últimos documentos desclasificados se pueden leer los informes de Robert Pastor, miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos de la época, según el cual en la Argentina de 1978 habían 15.000 desaparecidos y continuaban desapareciendo a un ritmo de 40 por mes, al tiempo que el devoto hombre de fe y padre de familia, el General Rafael Videla, aseguraba que en el país no quedaban más de 400 terroristas aunque desconocía el paradero de los desaparecidos, porque por algo eran “desaparecidos”.
Excepto en algunos casos. Según el gobierno argentino, de las 3.500 personas que continuaban en prisión en 1977, para complacer al gobierno de Estados Unidos se estaban estudiando los casos de Jacobo Timerman, Guillermo Vogler y la familia Deutch. Según el congresista por California Waxman, “Deutch no es un hombre político, pero es judío” (Memorando de David Aaron del 6 de setiembre de 1977). El 11 de octubre, y de regreso de Washington, el presidente Videla responde a las alegaciones de secuestro de la familia Deutch informando que tanto Daniel Deutch como su esposa habían abandonado el país, los acusa de ser miembros del Partido Comunista Revolucionario y acusa a su padre, Alejandro, de haber encubierto a sus hijos, por lo cual se encontraba en interrogatorios, es decir, en sesiones de tortura.
Pero hubo casos menos atendidos y más crueles. Miles, varios miles.
Dentro de la mayoría de páginas desclasificadas, muchas de ellas casi ilegibles, se pueden leer brutales testimonios mientras predomina la visión de la comisión de Derechos Humanos de Estados Unidos que, con la llegada de Jimmy Carter a la presidencia, tuvo un giro significativo, lo que confirma las conversaciones que de niño escuchaba en la granja de mi abuelo en Uruguay durante la dictadura que (al igual de las conversaciones sobre los detenidos arrojados al mar en los vuelos de la muerte) sólo se explica por el trafico subterráneo de información que por entonces tenía lugar: el recorte (en el caso de Argentina) y la eliminación (en el caso de Uruguay) de la ayuda militar por parte de Estados Unidos y en consideración a la violación de los derechos humanos de las dictaduras del sur. En otros casos, la compra de cueros y zapatos de Uruguay había sido condicionado a las mejoras en la situación de los disidentes detenidos.
Por entonces ocurrió lo que ya sabemos: los gobiernos del cono sur intentaron aliarse contra las nuevas medidas de Carter (a algunos militares torturadores como Nino Gavazzo se les negó visa de entrada en base a informes que indicaban intenciones de emular casos como el atentado con bomba que le costó la vida a Orlando Letelier en Washington) pero, como lo indican los informes, la desconfianza y el rechazo mutuo entre los mismos gobiernos de la región no hicieron efectivo el propósito.
Sin embargo, tampoco el gobierno de Carter era un monolito. El célebre Henry Kissinger continuó ejerciendo sus ya conocidas tácticas criminales. En un memorando secreto a Zbigniew Brezezinski fechado el 11 de julio de 1978, Robert Pastor informaba sobre la visita de Kissinger a la Argentina con motivo de la Copa Mundial de Futbol. “Sus palabras de aprecio por los logros del gobierno en su lucha contra el terrorismo fueron música en sus oídos, lo que habían estado esperando por mucho tiempo”. Luego: “sus declaraciones sobre la amenaza soviético-cubana me parecieron desactualizadas, con un retraso de quince o veinte años”. “Lo que me preocupa es el deseo de atacar las nuevas políticas de la administración Carter sobre los derechos Humanos en América Latina. Por otra parte, no queremos una discusión pública sobre esto, sobre todo porque necesitamos su ayuda para el SALT” (parece referirse al tratado para limitar el uso de armas nucleares). Un año después, el 5 de marzo de 1979 Pastor consideraba la situación de los derechos humanos en Argentina como “la peor del hemisferio”, con “el 90 por ciento de los prisioneros políticos torturados o ejecutados” con un promedio de 55 desaparecidos por mes”, aunque el “Ministro del Interior argentino insiste que son solo 40 por mes” y los vínculos con la izquierda de desaparecidos son “cada vez más vagos” y “a pesar de que según los Servicios de Seguridad Federal de Argentina hay sólo 400 terroristas en 1978 y Videla ha declarado que la guerra se terminó”.
Seguidamente Robert Pastor le pide a Brezezinski que trate de preguntarle a Kissinger si no le importaría el hecho de que un miembro de su staff (“yo mismo”) pudiese cuestionar los objetivos de su viaje a Argentina. Más adelante, con cierta ambigüedad o con una fuerte dosis de ingenuidad, Pastor concluye: “Eso podría darme un indicio sobre si a él realmente le interesa algo sobre nuestras políticas de derechos humanos para promover una campaña y darle alguna información sobre la efectividad de nuestra política de derechos humanos para América Latina”.
Los documentos desclasificados abundan en menudencias como la costumbre de las fiestas, los conciertos y las cenas de rigor a los que estaban expuestos los diplomáticos en Argentina; la reunión de Kissinger con Jorge Luis Borges y unas horas después con Martínez de Hoz.
En fin, sólo nuevos detalles de una realidad que aquellos que insisten en la fórmula “yo sé lo que digo porque lo viví” continúan negando. Porque no lo vivieron todo. Ni siquiera lo vieron todo, como el personaje del cuento El Aleph, de Borges.
Fuente: Rebelión